BRAVA
Este domingo finalmente fui a ver Brave, a pesar de tener las entradas desde antes del estreno ( gracias Paloma, con esta nueva subida del Iva no se lo que hariamos sin ti...) lo cierto es que las aventuras de Mérida y su flamigera melena me llamaban bastante poco...
Al margen de que coincido contigo Anita, y la testaruda pelirroja me recordó bastante a nuestra querida amiga allende los mares ( besos marquesa, aprovecho para recordarla lo mucho que la envidio) lo que más resaltaria de esta nueva aventura sacada de la chistera de los siempre brillantes cerebros de Pixar es la forma de tratar la relación madre-hija.
Estoy acostumbrada, y más si hablamos de peliculas dirigidas al público infantil que las madres aparezcan como reinas amorosas, que no descomponen su regia apariencia ni dicen nunca una palabra mas alta que la otra, que abrazan y miman a su prole con tiernos abrazos hasta la saturación.
Y no seré yo quien diga que la maternidad y las madres no seamos estas reinas amorosas, pero existe, y sobre todo en la relación madre-hija por el carácter especial/hormonal que nos caracteriza a las mujeres muchisimos momentos de tensión, de querer ahogar a tu madre y viceversa ( perdona mamá, yo solo te he querido ahogar pocas veces...) de esa mezcla de amor-rechazo, de sentirte incomprendida por la mujer que mejor debe conocerte, de sentirte axfisiada, espiada, controlada, y a la vez agradecer sentirte tan importante y querida...
Me emocionó mucho el personaje de Elinor, con la dulzura que mira a su hija a pesar de haberla convertido en oso ( recordemos que hablamos de una pelicula infantil¡¡) la fiereza con la que la defiende.. sali del cine con unas ganas enormes de abrazar a mi madre, porque madre no hay mas que una¡
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