lunes, 25 de febrero de 2013

D.E.P.


 Cuando los proyectos mueren conviene darles un digno entierro, velarles un par de días sin llorar demasiado,  sacando las consecuencias que pueden resultarnos positivas, analizando los motivos que nos han llevado a ese luto y desterrarlos para siempre al mundo de los olvidados.

Porque si no es así y permanecen en el cajón de las cosas por hacer pero que nunca harás y que nunca terminas de reconocerte a ti mismo que están cadáveres comienzan a apestar y corres el riesgo de desesperarte.

A desesperarte por sentirte desesperado con ese quise y no pude. A frustarte en la frustación de ese nunca será. A hastiarte de sentirte hastiado  de ese jamás que esperabas hubiera sido un para siempre.

Descansen en paz los proyectos muertos y abramos los ojo y s la mente a los nuevos brotes que comienzan a florecer.

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