Ni recuerdo cuando había sido el último sábado
que me había quedado en casa viendo la tele, pero tras una semana agotadora lo
único que te pide el cuerpo es ponerte el pijama el viernes por la noche y
quitártelo el lunes por la mañana, tras deambular como invita el anuncio de la
famosa cadena sueca de mobiliario del sofá a la cama y de la cama al sofá.
No es postureo cuando he
comentado alguna vez que realmente no veo nada la tele salvo en estos momentos
en los que necesito dejar la mente en blanco, no dar al run run y descansar
también intelectualmente.
En esta premisa me encontraba
anoche cuando el mando a distancia me llevó hasta Telecinco, paradigma del
basureo televisivo, al programa “hay una cosa que te quiero decir” que ya de
primeras me causó bastante interés porque varias amigos me habían hablado de él
y se confesaban adictos, a mi a priori no me interesaba en absoluto ( de hecho
y a pesar del post sigue sin interesarme) pero el hecho de que la historia que
relataban ocurriese en Las Palmas de Gran Canaria, y salieran paisajes tan
conocidos y queridos para mí pienso que me impulsó a darle una oportunidad.
El dramón que se nos narró era
digno de peliculón de Antena 3 después de comer de esos que te dejan grogui en
la siesta: Un chico que a los 11 años había visto morir a su madre asesinada
por su padre en sus brazos quince años antes pretendía cumplir el último deseo
de la fallecida, que no era otro que sus hijos estuviesen unidos, ( tal y como
mostraba un video de la susodicha meses antes de morir, que por supuesto reprodujeron en la
cadena entre llantos y sollozos) cuando, como era esperar, los hijos hacia una década
que no querían saber nada los unos de los otros.
La primera consideración que
quiero hacer es que anoche comprobé que Telecinco no tiene maquilladoras ni
estilistas, sino magos a la altura de Copperfield.. si no es inexplicable que
una mujer que cuando le entregan la invitación ( en teoría de improviso) sea
como una cajera del sepu, chándal y moño incluidos aparezca posteriormente en
plató como un ángel de Victoria Secret
Feliz domingo, os dejo que me voy a leer a Kafka, para compensar...