Los españoles acostumbramos a ser exagerados por naturalezas ( si se tiene sangre canaria más aún) vivimos en una hipérbole que nos impulsa a considerar en ocasiones que habitamos en el wáter mundial, que lo nuestro es lo peor de lo peor y que como sufrimos nosotros no sufre nadie.
Basta salir unos días de la madre patria para comprobar que lejos de ser así somos unos auténticos afortunados.
Este fin de semana he realizado un viaje que llevaba queriendo hacer mucho tiempo, visitar la verde Escocia.
Verdaderamente el paisaje es espectacular, verdes valles, verdes colinas, verdes montañas, verdes veredas... ¿ Como narices no va a ser todo verde si allí la humedad es insoportable? porque seamos sinceros, ¿ Quien aguanta 350 días al año con el cielo encapotado y lloviendo sin parar?¿ Quien soporta vivir en la negrura nocturna desde las 4 de la tarde? pues eso, que en cuanto se jubilan los tenemos a todos los abueletes guiris aquí dándose paseos por Benidorm.
Si pasamos al plano gastronómico la diferencia ya es abismal... uno llora de nostalgia al recordar esas paellas, esos cocidos, esas lentejas de tu abuela, ese jamón de jabugo, esos quesos, y mirar horrorizado esas salchichas requemadas junto a un puré grumoso y unas beans tomatosas que flotan por tu plato. En cuanto al bebercio como se te ocurra salirte de la cerveza estas apañado... cualquier parecido al vino con ese líquido morado es mera coincidencia.. y como aprendí de pequeña sólo tienes que probar su café para saber porque los ingleses son tan aficionados al té....
Ahora, una cosa si que debo confesar que me produce una tremenda envidia, y es su enfermiza puntualidad, cuando estas deseando volver a casa que el avión despegue a su hora es de agradecer.
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