jueves, 13 de septiembre de 2012

SANTIAGO


 Te escribo el último, y sin embargo eres el primero...



Decía el poeta que el tiempo es como arena que se nos escapa entre los dedos sin darnos cuenta, yo soy especialmente consciente de esa pérdida de arena entre mis dedos cada vez que te miro, me parece imposible reconcer a ese bebé sonriente y tranquilote en el preadolescente que casi me llega a la barbilla y calza ya mi número de pie que cada mañana me saluda con su cantarina voz desde el sofá.

Sólo al mirar en tus grandes ojos tipo dibujo japonés y leer la inocencia y la dulzura que siguen destilando respiro aliviada al comprobar que mi bebé sigue ahí, intacto,que la despiadada crudeza de este mundo que te ha tocado vivir no ha logrado aún mancillar ni destruir la ternura de tu mirada, de tu infancia.

Eres el primero, y sin embargo eres el más inocente de tus hermanos, quizá precisamente por eso... eres un ejemplo diario para mí, desde que me enseñaste, mucho mas tarde que el resto de los niños como se eriza la piel cuando oyes por primera vez que te llaman "mamá" hasta que la grandeza de tu corazón me deja sin palabras y rezo porque muchos años sigas escondiendo al gato en el baño para que no se coma al ratoncito Pérez.

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