lunes, 21 de julio de 2014

ALE ALE, ALEJANDRO

 Los que tenéis el placer de conocerme coincidiereis conmigo en que "reflexiva" no es precisamente un epíteto para mi persona.

Cuando me propusieron hace cerca de 5 meses ir a un concierto de Alejandro Fernández debo confesar y confieso que prácticamente no sabía ni quien era, " El potrillo," me dijeron, " hijo del potro, el gran Vicente Fernández" y es que a pesar de que tanto padre como hijo son  más conocidos que el tequila en México, a mis oídos al menos no había llegado aún la fama de esta familia tan ecuestre.

Menos mal que está San Google y en menos que canta un gallo tenía un álbum fotográfico del tal Fernández a mi disposición que rápidamente me hizo aceptar tal propuesta, supongo que  todas las mujeres que leen esto entenderán perfectamente porque...

Así que de esta guisa y en un sábado de julio que parecía más bien de noviembre si nos atenemos a lo que marcaba el mercurio nos plantificamos el grupo de féminas en el palacio de congresos dispuestas a deleitarnos con el ídolo Charro.

La primera decisión que he tomado es que al menos, una vez al trimestre hay que hacer algo de esto para subirte la autoestima... Como es obvio el 80 por cierto del aforo era femenino, pero al menos tres cuartas partes superaban con tranquilidad los 60 años... oye, a punto de cumplir los 40 sentirte la más joven del lugar ya tiene su punto... si además observabas el dress code del otro 20 por ciento os aseguro que el subidón de ego compensaba con creces los 61 pavos de la entrada ( transferencia incluida)

Lo primero que debe pedírsele a un cantante es que  cante, parece bastante obvio, pero seguro que todos podemos poner más de un ejemplo en el que este axioma no se cumple, pues bien, el chorro de voz de este jalisqueño es de poner los pelos de punta, su personalidad en cada canción te deja sin palabras, su capacidad para llenar el escenario con su presencia y poner al público en pie es algo natural cuando conoces que lleva toda su vida encima de un escenario.

Si a eso le acompañas un atractivo que le convierte en pura feromona, del que es perfectamente consciente ( no puede decirse que sea ególatra, cuando se tiene ese atractivo y no se reconoce lo que se es o ciego o estúpido) y con el que juega en sus conciertos levantando gritos y suspiros entre su legión de admiradoras entiendes que a la salida del concierto a más de una le diera una lipotimia haciéndonos participes de su lencería, y con permiso de Elena os diré que menos mal que iba depilada...







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