Esta es una historia de esas que te ponen los pelos de punta, no os podéis imaginar lo que he llorado leyéndola...( no es normal el grado de sensiblería que tengo actualmente, pero teniendo un hijo de casi 12 años como el protagonista no podía evitar imaginar que esta historia real podía estar protagonizada por él) y la felicidad enorme al terminarla, y ver a Luis en una entrevista en la televisión constatando que su recuperación es real y tangible.
La trama a simple vista es sencilla, Luis, un niño de 12 años sufre un accidente doméstico, entra en parada cardiaca y tardan 20 minutos en reanimarle, 20 largos minutos en el que el cerebro no recibe oxígeno y entra en coma, una vez ingresado en el hospital los médicos les dicen a sus padres lo que acostumbran a decir los médicos en estas situaciones : Que se preparen para tener un vegetal por hijo el resto de su vida, eso si consigue salir del coma, porque con 20 minutos sin oxigeno ningún cerebro humano vuelve a funcionar con normalidad.
Y aquí empieza la fantástica lucha de un padre, que se niega a aceptar lo que la ciencia y la medicina establecen, en primer lugar para sacar a su hijo del coma, cuando ve que los medios tradicionales no sirven usando técnicas alternativas creadas por él mismo, y cuando finalmente vuelve a casa con un Luis ciego y con medio cuerpo paralizado estableciendo un método de trabajo de hasta 12 horas diarias para conseguir lo que ya se ha denominado un milagro de la ciencia: La recuperación total en un periodo de 5 meses de un cerebro que los médicos habían desahuciado.
Al igual que José Manuel, padre de Luis y escritor de este fantástico viaje yo también me postulo como una fanática de la neurología, el cerebro humano es el órgano más misterioso y desconocido de nuestro organismo, el menos utilizado, y sin embargo el más preciado de todos. La pelea llevada a cabo por este auténtico padre coraje contra la lógica aplastante de la ciencia es estremecedora, la fe en que el amor y la perseverancia terminan por lograr los objetivos, más allá de cualquier explicación racional a mi, por lo menos, me hace reconciliarme con este mundo tan inmundo que nos ha tocado vivir.
Hoy Luis es un niño sano y feliz que nos hace creer de nuevo en los milagros
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