miércoles, 27 de agosto de 2014

EL PODER DE LA SONRISA

Ha caído en mis manos estos estivales y calurosos días un corto absolutamente genial que os recomiendo encarecidamente, porque son 20 minutos capaces de alegrarte el día, hacerte sentir mejor, olvidarte del calor, de la vuelta al curro, del retorno a los madrugones y dibujarte una enorme sonrisa.

Se llama VALIDATION y cuenta la historia de un joven cuya empleo es validar las tarjetas de los parkings, vamos, de esos seres anodinos que nos cruzamos a diario infinidad de veces en nuestro camino y que ni miramos, ni nos miran ni cruzamos más que un " Gracias" si estamos de buen humor.

Pues este personaje, en lugar de ser un hombre gris que se limita a estampar sellos en los tickets como la inmensa mayoría de las personas en sus trabajos, sin mirar siquiera al que tenemos enfrente,  se empeña por ver lo mejor de cada persona que se acerca a él, y es capaz de decirle a cada cliente una frase amable, le aporta luz, le destapa sonrisas, le regala felicidad..

No voy a seguir haciendo de spoiler porque de verdad merece la pena que busquéis el vídeo y os emocionéis con la historia.

Yo me quedo hoy con el poder de la sonrisa, lo fácil que es trasmitir buena onda que dirían en México, como cambia la película cuando alguien te sonríe, lo contagiosa que es... he entrado en el despacho esta mañana y he sonreído al portero, ese ruso más seco que la mojama que habitualmente me saluda con bufidos, y ante mi sorpresa me ha devuelto la sonrisa y me ha dado los buenos días¡¡¡

  Es casi mágica, lo poco que cuesta y lo gratificante que es, como la curva más bonita de nuestro cuerpo es la sonrisa, y no tenemos que hacer ningún tipo de dieta para conseguirla¡

martes, 5 de agosto de 2014

BATALLITAS DE ABUELA CEBOLLETA

Recuerdo que cuando yo era pequeña ( no hace tanto tiempo) los veranos eran muy distintos.

Cuando yo era pequeña iba a un colegio en el barrio de Salamanca, la ubicación tiene su relevancia si tenemos en cuenta que debido a ella ninguna de mis compañeras de cole tenían tampoco piscina en casa, lo que nos obligaba a pasar la calima estival de junio y julio o en la Club Apóstol Santiago ( el único club del planeta con separación de piscinas por sexos, lo cual puede parecer a priori algo opusino, pero os aseguro que cuando comienzas a ser adolescente y tus atributos femeninos llaman poderosamente la atención agradeces enormemete que el salido púber de la tumbona de al lado no se descoyunte el cuello mirando tu delantera,lo que ha sido bastante frecuente a lo  largo de mi corta pero intensa existencia) o en el club deportivo que dirigía mi padre.

Posteriormente me cambié a los jesuitas, en Chamartín, zona más nueva y dónde ya comenzaron las tardes de gorroneo piscinero en casas de compis. Recuerdo salir a las 4 de la tarde y que los termómetros callejeros recalentados por el sol sobrepasasen ineludiblemente los 40 grados, que del ardiente asfalto  saliera humo y pensaras que te ibas a quedar fundida en él mientras esperaba el autobús.

Recuerdo el primer aire acondicionado que se puso en mi casa, un aparato como un tráiler en medio del pasillo, que hacia un ruido infernal, y que solo encendíamos determinadas horas al día, abriendo solo las puertas de las habitaciones para que se enfriaran y pudiéramos dormir, ya que de otra forma los 35 grados nocturnos se te pegaban como una lapa al cuerpo y tenías ganas de raparte la cabeza tipo monje shaolin para dejar de sudar por el cuello, recuerdo  a mi hermano tirado en medio del pasillo para que le diera mejor el aire...

Recuerdo que cuando comencé la universidad y tuve los primeros suspensos de mi vida supe lo que era Madrid en Agosto, dado que hasta entonces impepinablemente pasaba el mes vacacional por excelencia en la playa, recuerdo las tardes de estudio con las ventanas bajadas hasta las 8 como si fuera la casa de "Los Otros" para no morir asfixiada, y las quedadas con el resto de estudiantes a partir de las 10, hora en la que la ciudad comenzaba a bullir de nuevo, llenándose las terrazas de cateadores sin padres que bailábamos hasta el amanecer la canción más hortera del verano.

Recuerdo que si quedabas antes de la hora bruja la ciudad era un secarral, un desierto al más puro estilo western, recuerdo ir al cine a la Gran Vía y aparcar en la misma puerta, recuerdo todas las tiendas cerradas, los restaurantes vacíos, las calles sin coches...

Ayer era 4 de agosto, a las 3 de la tarde la temperatura a duras penas superaba los 30 grados ( a pesar del cambio climático hace tiempo que no recuerdo superar los 40 grados en la capital) el aire acondicionado de mi coche, al igual que el de mi oficina enfría sin ningún tipo de ruido el ambiente y me encontraba atascada en plena M30, y yo no dejo de recordar...

viernes, 1 de agosto de 2014

AGOSTO

 Me he despertado este primer día de Agosto sorprendida al ver que no se había acabado el mundo, el sol, había salido de nuevo, ( y hacia calor¡¡ vamos, lo normal en verano... ) los pájaros seguían cantando, las niñas de mi vecina dando el coñazo desde primera hora, vamos, lo normal y cotidiano de todos los días...

Digo sorprendida porque dado que el mes anterior se me había trasmitido por babor y estribor tal nerviosismo por presentar demandas ( no se cuando entenderá la gente que es exactamente igual presentar una demanda el 31 de julio que el 1 de septiembre, que de hecho el juzgado el 31 de julio ni la va a turnar...) por reunirse a toda costa, por cenar, comer o desayunar antes del temido 1 de Agosto llegué a pensar en algún momento si había vuelto a anunciarse un fin del mundo para el 31 de julio del que yo, poco dada a ver telediarios ni me había enterado...

He vivido estos últimos 30 días una sensación parecida a la que experimento en diciembre, dónde igualmente parece que el mundo va explotar a ritmo de las campanadas... los garitos madrileños absolutamente a rebosar de amigos, vecinos, colegas, compañeros,  que tienen que despedirse sí o sí antes de las vacaciones.Debo admitir que algunas de las veladas muy agradables, reencontrándome con personas que hacía cerca de diez años que no veía, pero claro, si el mundo iba a terminar es importante retomar viejas amistades...

Creo que ahora tendré que encerrarme en casa estos 30 días y pasarlos oyendo música y leyendo, básicamente porque llevo un mes despidiéndome de todo el mundo que conozco...