Al lado de mi oficina hay una tienda de libros usados. Realmente tienda no creo que sea la palabra adecuada... es más bien un sótano repleto de cosas, recuerdos, adornos, trastos... y sobre todo libros, muchos libros, a precios irrisorios. Es mi paraiso particular, un oasis en la ciudad.
Procuro ir todas las las semanas y puedo pasarme horas mirando y remirando todas las estanterias,buscando tesoros escondidos, el dueño ya me conoce y cuando me ve aparecer por la puerta me indica el rincón con las últimas novedades, nuevos títulos usados que esperan que los inspeccione y les de una segunda oportunidad en mis estanterias.
Me encanta el olor del papel, el tacto de aquel almacén de historias deseando ser oidas... con tocarlos siento si me están llamando...y precisamente eso me pasó con este ejemplar de Sandor Marai. Como una fuerza invisible se arrojó a mis brazos y en ese momento supe sin ninguna duda que ese autor desconocido para mí hasta ahora tenía que venirse conmigo.
Devoré el último encuentro en apenas dos días, es un libro breve, apenas 200 páginas cargadas de pensamientos profundos que te dejan sin aliento, deseando, al igual que el protagonista encontrar las resuestas que se van lanzando al aire.
Es un libro sobre amistad, fidelidad, honor, lucha de clases, amor y sobre todo verdades. Verdades que deseamos descubrir pero no nos atrevemos a preguntar, verdades que siempre hemos conocido, verdades que son mentira pero que hemos preferido creer que eran verdad.
Al cerrar el libro las preguntas siguen flotando en el aire, para que cada uno encuentre sus propias respuestas, al igual que el anciano general, porque las respuestas las hemos conocido desde siempre.
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