Son unos seres extraordinarios, de esos que te hacen reconciliarte con la especie humana, que te llenan de aire los pulmones al comprobar que es posible vivir en este mundo sin malicia, sin necesidad de ir pisando cabezas, simplemente deseando el bien a los demás.
Son seres que en más de una ocasión se sienten desplazados, ya desde pequeños esta luz suele ocasionar resquemor, son tantas nuestras dobleces y recovecos que alguien que es trasparente, incapaz de mentir, limpio... nos asusta, o lo consideramos más simple que el mecanismo de un chupete.
Confundimos esa inocencia con estupidez y por momentos el brillo de sus enormes ojos ( es una característica de los ángeles tener unos ojos enormes y una sonrisa que deslumbra) se ve nublado al descubrir la maldad, pero enseguida recuperan la alegría que les caracteriza porque en su mundo interior la luz siempre supera a las tinieblas y encuentran de nuevo una razón para sonreír.
No es extraño que muchas veces se sientan marginados y extraños, no son capaces de comprender la maldad y estamos en una sociedad que premia la picaresca muchas veces entendida como un "tonto el último", y el más maleducado de la clase acostumbra a ser el más popular.
Son seres que conviven entre nosotros, seguro que alguna vez te has cruzado alguno en tu camino, y si tienes la suerte de saberlos reconocer y cuidar es que su luz ya ha comenzado a alumbrarte.
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