martes, 31 de julio de 2012

IGNACIO


- " Es un niño" Me espetaba a bocajarro el ecógrafo apenas cumplido el tercer mes de embarazo
- " ¿ Está Usted seguro?" Le respondí incrédula, en mi encuadre mental de happy family después de dos cabezones tenía que venir sin margen de error la princesita a la que vestir con lazos y volantes, a la que llevar en tacones a la piscina y con bikini a los dos años sin tener nada que taparse.. bueno, vale, me estoy pasando... ni tacones ni tops.. pero tenía que ser niña para pintarrajearla como una mona y hacerle coletas¡¡¡ No me encajaba un niño por ningún lado...
- " Absolutamente"

Y desde ese momento el menor de mis hijos me ha enseñado infinidad de cosas, pero sobre todo me ha enseñado a que la vida no siempre nos da lo que estamos esperando, y aunque a veces esperamos una margarita nos encontramos con un gladiolo, pero que una vez aceptado que es otra cosa el gladiolo puede ser infinitamente mejor que la margarita....

Una vez interiorizado que no habria lazos ni volantes dando ya muestras de su carácter excentrico y dominante se empeñó en anunciar su llegada un 25 de diciembre, no había mas dias en el año...aparte de trozos de turron rancios y algún médico medio resacoso de guardia poco más en el hospital donde hicimos noche hasta que la mañana del 26 parecía que la normalidad volvía a la tierra, despues de dos partos casi de libro esperas que el tercero sea para ponerte en la camilla y subirte a la habitación con tu retoño en brazos.. pero nuevamente el tercerón me enseñó que nada de acomodarme, que con él las cosas eran distintas y que hay partos que se hacen mas largos, y niños que empiezan sus dias en una incubadora...

Depues descubrimos que hay noches que se pasan en los hospitales, y sustos que te ponen el corazón en un puño, pero no puedo estar mas feliz de que aquel dia el ecografo me dijera que eras un niño, con tu pelo de punta cual pajaro loco, con tus enormes ojos verdes que con la luz tienen manchas doradas,con tu piel blanca y tu nariz llena de pecas en definitiva tú, Ignacio.

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