DULCISIMO RECUERDO DE MI VIDA
Dulcísimo recuerdo de mi vida,
bendice a los que vamos a partir...
¡Oh Virgen del Recuerdo dolorida,
recibe tú mi adiós de despedida,
y acuérdate de mí.
¡Lejos de aquestos tutelares muros,
los compañeros de mi edad feliz
no serán a tu amor jamás perjuros;
conservarán sus corazones puros;
se acordarán de tí!
Mas siento al alejarme una agonía,
cual no suele el corazón sentir...
En palabras de niño, ¿quién confía?
Temo... no sé qué temo, Madre mía,
por ellos y por mí...
Dicen que el mundo es un jardín ameno,
y que áspides oculta a ese jardín...
Que hay frutos dulces de mortal veneno,
que el mar del mundo está de escollos lleno...
¿Y por qué serán así?
Dicen que de esta vida los abrojos
quieren trocar en mundanal festín;
que ellos, ellos motivan tus enojos,
y que ese llanto de tus dulce ojos
¡lo causan ellos, sí!
Ellos, ¡ingratos!, de pesar te llenan
¿Seré yo también sordo a tu gemir?
¡No! Yo no quiero frutos que envenenan,
no quiero goces que a mi madre apenan,
¡No quiero ser así!
Y mientras yo responda a tu reclamo,
mientras me juzgue con tu amor feliz,
y ardiendo en este afecto en que me inflamo,
te diga muchas veces te amo,
¿te olvidarás de mí?
¡Ah, no, dulce recuerdo de mi vida!
Siempre que luche en religiosa lid,
siempre que llora mi alma dolorida,
al recordar mi adiós de despedida,
¡te acordarás de mí!
Y en retorno de amor y fe sincera
jamás sin tu recuerdo he de vivir.
Tuya será mi lágrima postrera...
¡Hasta que muera, Madre; hasta que muera
me acordaré de tí!
Tu en pago, Madre, cuando llegue el plazo
de alzar el vuelo al celestial confin,
estrechándome a ti con dulce abrazo,
no me apartes jamás de tu regazo.
¡No me apartes de ti!
El pasado viernes hacia 20 años desde que esa poesía iba dirigida a mi, y a todos mis compañeros de promoción, gran parte de los cuales nos reunimos después para recordar.
Fue una emocionantísima velada de reencuentros, un retroceso a aquella época en la que las horas volaban con una copa en la mano plagada de anécdotas, abrazos y muchísimas risas
Uno de ellos, que venia de oír la poesía me contaba que había estado 15 oyéndola, pero que esa tarde había sido la primera vez que la había escuchado, y que se le habían puesto los pelos de punta. Es lo que tiene los recuerdos, cuando los escuchamos son capaces de emocionarnos, y en esta vida en la que parece que vamos a la carrera como caballos percherones tener recuerdos, y emocionarte no tiene precio.
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