Pienso que el relanzamiento de los héroes clásicos con gran éxito de taquilla experimentado por Marvel en los últimos años es reflejo de la necesidad que tiene el ser humano de imaginar que hay personas con superpoderes capaces de venir a salvarnos llevándonos volando por los aires con su capa roja cuando sea necesario, alguien capaz de sacarnos de los problemas en los que nos hayamos metido, alguien que nos de esperanza cuando pensemos que ya no hay solución posible.
Y esta mañana me he levantado dispuesta a descubrir todos los héroes anónimos que sin calzones rojos ni cuerpos esculturales comparten cotidianamente mi día a día, y con esta predisposición me he encontrado a cuatro abueletes que juntos superaban los 300 años seguro, echando un partido de padel mañanero con un buen humor y un estilo que ya quisiera yo para mi llegar así no a los 80 que debían gastarse en sus DNI, sino a los 40 que aun no he cumplido si me apuráis...
Y luego he visto a la madre de mi compañera de clase que había madrugado este domingo por la mañana para venir a quedarse con su nieto mientras ella se peleaba con la raqueta, y al llegar a casa a los suegros de mis vecinos que sacaban a los gemelos a pasear mientras sus padres estaban esquiando, y he vuelto a sentir que la vida es maravillosa, que depende de nosotros que lo sea, que estamos rodeados de gente dispuesta a partirse la cara por nosotros, de nuestros héroes, y que nosotros seguramente, a nuestro modo también somos héroes para alguien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario