Hacia años que no venía unos días a la casa paterna en la playa que tantos veranos me ha visto desfilar mi cuerpo serrano en bañador, y que tantas juergas con amiguitos mas mayorcita ya ha observado en silencio, aunque si las paredes hablasen... tantos que ya casi se me había olvidado...
Se me había olvidado lo que es bajar a la playa a primerita hora, cunado no tienes que pegarte por encontrar un centímetro cuadrado de arena libre y puedes disfrutar en sana paz del ruido de las olas, de la infinidad del océano, de la calidez del sol calentándote la cara.. hasta que baja la primera familia sombrilla en mano y con toda la inmensidad arenera para ellos se colocan exactamente a medio milímetro de ti, de tal forma que su sombra es tu sombra... desde luego el ser humano es un ser gregario y está claro que algunos más que otros necesitan estar muy juntitos para ser felices tipo rebaño ovejil... o hasta que los niños que juegan a tus pies te han puesto la toalla como para rebozar croquetas o te ha dado ya el quinto pelotazo de los Nadales que juegan a las palas en la orilla moviendo con brío sus lorzas
Y se me había olvidado las interminables noches mediterráneas, esos garitos dónde los hombres hacen que Cristiano Ronaldo sea un ejemplo de estilo y clase y las mujeres imitan sin pudor a las trabajadoras del oficio más antiguo del mundo sobre unas plataformas y tacones que da vértigo sólo de verlas como desafían la ley de la gravedad, todo ello regado con el peor garrafón que en la vida hayas probado y con la música más hortera que tus oídos recuerden.
Como decían los Rebeldes hace ya también algunas décadas.. Mediterráneo, eterno verano al sol...
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