martes, 14 de octubre de 2014

DE MORTADELO

 Me declaro una fan incondicional del genio Ibáñez.

He pasado momentos inolvidables en compañía de los dos descerebrados miembros de la CIA y llorado de risa con sus aventuras disparatadas, que no son más que  una muestra distorsionada de la cruda realidad española vista a través de la sin igual ironía de su creador, auténtico Rappel del comic ( que son los móviles sino una evolución del famoso zapatoteléfono que llevan usando los despistados agentes secretos desde hace mas de 40 años)

Desde aquel lejano 20 de enero de 1958  a través de las gafas de culo de vaso de su personaje principal nos hemos reído casi de todo: Las olimpiadas, Mundiales, Eurocopas, Ley del tabaco, La expo, Eurovegas y un larguísimo etcétera en la que el maestro del humor ha pasado por el tamiz de sus personajes toda la actualidad española haciendo la realidad menos amarga.

Con la crisis del ébola me he sentido en determinados momentos como cuando leo uno de estos cómics, la situación es tan rematadamente absurda y surrealista, que si no fuese porque estamos hablando de vidas humanas sería hasta cómico, parece sinceramente una viñeta de Ibáñez, una Ministra de Sanidad transformada en " El Superintendente Vicente"  que como él no se entera de nada ni asume ninguna culpa, un consejero de sanidad primo hermano del Doctor  Bacterio, unos protocolos dignos " Pulgarcito", unos facultativos que ponen sus vidas en peligro tras 15 minutos de información facilitada por la secretaria Ofelia...

Lo triste es que , una vez más, la realidad supere a la ficción...





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