El Trastorno de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad es uno de los temas más polémicos y controvertidos dentro de la neurología infantil actual.
A pesar de que han existido estos niños catalogados hoy como hiperactivos ( antes de la denominación como tal de este trastorno de la atención se les consideraba niños difíciles, vagos, despistados...) la multiplicación en estos últimos años de diagnósticos de TDAH crea un encendido debate entre neurólogos y psiquiatras acerca de las verdades y mentiras de esta falta de atención e hiperactividad.
Sin ánimo de hacer una disertación científica ( no tengo ni los conocimientos ni la cualificación para ello) pero desde la parte que me toca sí quiero hoy hacer unas matizaciones que nos permitan acercarnos un poco más al TDAH y comprender mejor a estos niños tan incomprendidos muchas veces y que tanto pueden desquiciarnos a sus padres.
- El TDAH no implica un retraso mental. Los niños que sufren TDAH tienen problemas para concentrarse en clase porque cualquier estímulo desvirtúa su atención. Como resultado, es usual que sus calificaciones no sean buenas ( es más lo normal es que las notas sean un desastre) y sobre todo presenten problemas en el cálculo y la lecto-escritura. Sin embargo, no existe ningún problema de inteligencia de base, no hay ningún tipo de retraso mental. Una vez que el niño logra concentrarse en las clases puede obtener buenas notas.
- El TDAH no es una falta de motivación. Los niños con TDAH no prestan atención a las clases porque no pueden, no porque se sientan desmotivados. En la mayoría de las personas el sistema atencional funciona de forma automática, si queremos prestarle atención a algo, simplemente nos focalizamos en ello. Sin embargo, en el TDAH este sistema está dañado por lo que cualquier estímulo, por nimio que sea, se convierte en una distracción. De hecho, los niños con TDAH a menudo son catalogados como perezosos, desmotivados e irresponsables, pero en realidad no es así y debemos esforzarnos por no hacerles sentir así.
- El TDAH no encierra una mala conducta intencionada. Muchas personas catalogan a los niños con TDAH como malcriados, piensan que este trastorno es el resultado de una educación incorrecta, de la falta de límites o que se trata simplemente de la tozudez de un niño. Sin embargo, el TDAH implica una deficiencia en los circuitos que controlan los comportamientos conscientes. En práctica, al niño le resulta difícil controlar su impulsividad, no se trata de que quiera portarse mal sino de que tiene dificultades para mantener bajo control sus impulsos. Por eso, puede responder antes de que terminen de plantearle la pregunta o actúa irreflexivamente, sin pensar demasiado en las consecuencias de sus actos o palabras.
- El TDAH no implica una incapacidad total para fijar la atención. Aunque el TDAH tiene en su base un problema de atención, no significa que el niño no sea capaz de concentrarse en ninguna actividad. Hay pequeños con TDAH que pueden ensimismarse en determinadas actividades. De hecho, la hiperfocalización es una de las características que las personas con TDAH comparten con los genios. Sólo hay que encontrar las actividades que llaman la atención a nuestro pequeño genio
- El TDAH no es un trastorno de conducta antisocial. Los niños con TDAH a menudo tienen problemas con los profesores, responden de mala forma, no acatan las órdenes y pueden buscar pelea con sus compañeros de colegio pero no se trata de una conducta antisocial propiamente dicha ya que no hay una intencionalidad. Estos síntomas más bien son producto de la desatención, los olvidos y la impulsividad, así como de la frustración que provocan los mensajes negativos que reciben cada día.
Desde la experiencia sé que muchas veces es dificilísimo mantener la paciencia y la calma que estos niños necesitan, nos llevan con pasmosa facilidad al grito y a la desesperación... pero si les comprendemos y entendemos mejor que es lo que pasa por sus cabecitas estaremos de verdad en el camino para poder ayudarles.
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