jueves, 31 de enero de 2013

ESCAPAR


¿ Quién no ha estado alguna vez hasta las narices de todo? Hasta el moño de tue jefe, de tus compañeros, de tu casa, hasta de ti misma, y sientes que necesitas  más que respirar por  abandonar por unos días esta rueda de hamster en la que estás metida y escapar de todo.

Para la gran mayoría de las personas el paraiso de desconexión debe contener sí o sí una playa lo más desierta posible, tumbarse en blancas arenas y sentir como la cálida luz del sol abrasa cada poro de su piel evaporando así cualquier preocupación, y debo admitir que aunque el plan no me parece malo del todo el paraiso para mí es blanco.

Blanco y helado, sentir el azote del frió en la cara mientras me deslizo montaña abajo sólo atenta a mis esquies,anestesiando de esa forma cualquier pensamiento insidioso,  ver el surco que dejan mis tablas en la nieve virgen , oir sólo el silbido del viento y respirar hondo y llenar tus pulmones de aire helado y limpio, mirar alrededor y ver kilómetros nevados esperando que los conquiste.

Cerrar los ojos al volver a casa e imaginarme subida al telesilla, aterida de frió y mirando la montaña helada, deseando llegar arriba para sentir de nuevo esa sensación de libertad.

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