Con los Hombres G pasa el mismo fenómeno paranormal digno de ser estudiado por Iker Gimenez en cuarto milenio que con Sálvame de Luxe: Nadie lo ve, pero el programa sigue de forma incomprensible semana tras semana batiendo records de audiencia.
Como decía con el cuarteto madrileño pasa lo mismo, a nadie le gusta, nadie los ha escuchado jamás y por supuesto nadie nunca se ha comprado un disco suyo, entonces es complicado explicarse como es posible que hayan sido el grupo de referencia del pop español y auténtico fenómeno de fans en la década de los 80.
Para explicar un poco este expediente X yo debo reconocer, que a pesar de renegar de ellos en cuanto comencé con mi vena heavy rockera, algún casette ( ese objeto prehistórico que se introducía en unos artilugios del siglo pasado llamados radiocassettes) concretamente uno que se llamaba " La cagaste Burt Lancaster" ciertamente con ese título lo único que se puede es renegar de ellos al convertirme a la doctrina de Guns and Roses y Alice Cooper...
Pero lo cierto es que ayer tuve un reencuentro bastante agradable con sus canciones en el musical que se representa con ellas en la Gran Vía Madrileña. No creo que nadie saque las entradas de " Marta tiene un marcapasos" esperando ver la Boheme, así que como no hay nada como ir con nulas expectativas a un espectáculo para que este te resulte al menos agradable debo confesar y confieso que el musical de Hombres G cumplió su propósito con creces: Entretener, sin más pretensiones.
También debo confesar que canté absolutamente todas sus canciones, casi 25 años después recordaba perfectamente la letra de "Sufre mamón" "Venecia "El ataque de las chicas cocodrilo" "Te quiero" y tantas otras que por misterios insondables nadie nunca ha escuchado y que ayer se coreaban a pleno pulmón dentro del Teatro Compact
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